Feb 25, 2007

Taller C#

A todos los linuxeros les encantan las "historias de terror Microsoft".

No es difícil encontrarlas: un empleado de Microsoft renuncia porque descubre que la compañía es malvada, un memo del gigante de software dice que deben utilizar técnicas de miedo y engaño para que la gente no utilice Linux, contratan a un programador open source para despedirlo al mes para no permitir que trabaje en otros proyectos (por algunas cláusulas de su contrato) y como esas historias hay muchas otras.

Mientras no dudo que algunas de estas historias sean ciertas, la mayoría me parecen sensacionalistas, siento que los linuxeros quieren combatir fuego con fuego y como sienten que Microsoft les inventa mentiras, ellos también lo hacen.

Si me hubieran preguntado hace un par de semanas, les hubiera contestado que Microsoft era una compañía que también tenía que comer y si para eso promocionaban sus productos era perfectamente normal. También me parecía que eran una empresa muy interesada en los estudiantes, después de todo tienen un departamento de contacto académico, dan algunas becas y dan licencias especiales para estudiante. Esto, a mi parecer, es una actitud muy inteligente de Microsoft, después de todo, los estudiantes son el futuro del mundo. Como posiblemente sabrán, yo soy presidente de la Célula Microsoft en el Tec, por lo que algunos pueden pensar que mi opinión no es objetiva, pero quiero que sepan que también he sido un ávido usuario de Linux desde hace algunos años.

Como parte de las actividades de la célula, planeamos una conferencia de C# para este mes. Este miércoles, tres días antes de la conferencia, me dijeron que la persona que iban a mandar no podría asistir. Hice algunas llamadas a Microsoft y de manera muy amable me aseguraron que iban a conseguir otra persona para llenar su lugar. Hubieron varios cambios durante los siguientes días y el viernes en la tarde me llamaron para decirme que habían encontrado a una persona para dar el taller, pero como la conferencia era a las 9:00 a.m. era preciso pagarle un hotel para que se quedara desde el día anterior. Esto no hubiera sido mucho problema, porque el Tecnológico tiene convenios con hoteles, pero desgraciadamente tenemos que enviar una carta el día anterior para hacer la reservación. Hablando con una persona de Microsoft le informé que no teníamos mucho dinero y que de ser posible se hospedara en el hotel Casa Inn, que es bastante económico, me dijo que no me preocupara.

Cuando llegó la persona que mandaron se presentó como Emilio, aunque en uno de los mensajes que me mandaron le llaman "Vicente". Dijo que venía de la ciudad de México. Era un joven de alrededor de 30 años, pelo chino, lentes oscuros y actitud que combina. Cuando llegó él no sabía ni qué venía a dar. Las siguientes cinco horas se pueden resumir con un par de hechos:

Mientras estabamos en la conferencia de C# hizo una votación para ver quién prefería que dieran la conferencia en Visual Basic. C# ganó de manera abrumadora. "Bueno, pero a mi me gusta más Visual Basic" y en Visual Basic fué.

La segunda fue cuando se levantó y dijo que el taller no había sido un éxito, no por culpa de Microsoft, sino por culpa de la Célula, que no habíamos planeado nada y que eramos un desorden total, después continuó diciendo que no habíamos hecho caso de su hoja de instalación. Aquí hay dos cosas que es preciso mencionar: la primera es que él no sabía ni de qué venía a dar taller, cambió el taller en caliente a la mitad, y dice que nosotros no estamos preparados y el segundo es que no llenó ninguna hoja de instalación, siendo sarcástico le hubiera dicho que el equipo de psíquicos de la célula descansó este sábado, por lo que no pudimos adivinar sus requerimientos.

Al terminar la conferencia nos dio una factura por sus "servicios". Esto fue lo que me hizo perder la fe en Microsoft. La factura fue por $3,200. Esta factura cubrió una conferencia anterior que debíamos (que en ese entonces nos dijeron que sería de $600).

Como estudio ingeniería me encantan los números así que vamos a analizar: el expositor anterior venía de Puebla, vamos a imaginar que los camiones costaban lo mismo y que las comidas fueron equivalentes. Le quitamos $600 de comidas y camiones de un expositor y $600 del otro y nos quedan $2,000.

No tengo una lista actualizada de precios de hoteles, pero vamos a tomar una lista del año pasado, no deben haber cambiado mucho los precios. Buscamos el hotel más elegante de Querétaro y encontramos el Misión Juriquilla, el único hotel de 6 estrellas. ¿Su tarifa? $1,250. Bueno, qué tal si buscamos el hotel más caro, entonces sería La Casa de la Marquesa, $1,350. Por supuesto, el hotel más elegante de Querétaro no era el que nosotros teníamos en mente cuando pedimos que por favor fuera económico.

Incluso si tomamos en cuenta que haya gastado $800 en viáticos (porque fueron más días) y que el Hotel haya subido otros $300 nos siguen quedando $150 de viáticos que no estoy seguro en qué se gastaron y eso ya es tirándole muy a la alta. ¿Pero cómo no voy a saber en qué se gastaron si tengo la factura? Ahh, lo que pasa es que la factura únicamente tiene un concepto: "Taller de C#".

Entonces, la "ayuda" que nos brindó Microsoft en este taller fue traer a una persona que nos echó bastante tierra (y los dos jugamos para el mismo equipo) y nos quiere dejar con una deuda de más de $2,000 sin siquiera venir preparado.

Entiendo que, al igual que a nosotros, a él le avisaron en el último momento y también entiendo que tuvieron muchos problemas en el departamento de enlace académico y entiendo que este tipo de cosas pasan. También con todo el contacto que he tenido con gente sumamente bien preparada y amable en Microsoft, no puedo creer que gente como el expositor trabaje para ellos. Sin embargo, venía en su representación y después de como me sentí ayer me pregunto ¿es prudente confiarle mi información a una compañía que le hace esto a los estudiantes que están dispuestos a gastar su tiempo y dinero por organizar eventos en su nombre? Ahora pienso que no.

Feb 21, 2007

David Rodríguez

Por: Magus

Yo conocí a Alejandro Vega cuando entré a trabajar a MaguSoft, unos cien años después de que engañó a la muerte. Ese mismo año, 2197, la revista Entrepreneur lo había nombrado empresario del año y para valuar su empresa ya hacían falta quince ceros. No fue casualidad que lo conociera, desde que me encontraba en universidad había recibido varias ofertas de trabajo de su compañía. Mis habilidades en programación de inteligencia artificial me hacían un excelente prospecto de empleado, ya que habían muy pocas personas que se enfocaran a esta rama. El día que me contrataron Alex me invitó a tomar una copa con él.

Su oficina era de unos cien metros, únicamente tenía un escritorio de madera con una computadora como las de los empleados. Alejandro estaba sentado en su silla en una pose fetal típica de los programadores, calculé que tenía unos ochenta años. Como mi nuevo patrón tenía tanto dinero, yo esperaba que hubiera cámaras y guaruras pero no había ninguno, Alex notó mi inquietud y me dijo que él no le tenía miedo a la muerte. Me invitó a sentarme y sirvió una copa de vino. Dijo que él prefería no tomar porque no era bueno controlando el alcohol. Su comportamiento me pareció un tanto excéntrico, pero pensé que todos los ricos son algo peculiares.

MaguSoft era una compañía de desarrollo que se encargaba de automatizar operaciones, nuestro fuerte era la inteligencia artificial. Bajo el brillante liderazgo de Alex la compañía estaba en una edad de oro, que terminó después de que obtuvimos el premio de la Mejor Casa de Software de América, aunque en ese momento pensamos que seguiríamos creciendo. Para celebrar el logro Alejandro decidió organizar una comida para todos los programadores. El comité organizador contrató a unos taqueros. La comida no fue muy buena porque decidieron bañar el bistec en cerveza y se les pasó la mano. Después de terminar la comida Alejandro se levantó, se acercó a mi mesa y me preguntó si podía acompañarlo un momento.

¿Quieres saber por qué no le temo a la muerte? – Su voz tenía una cierta aspereza alcohólica que no dejaba duda de su estado – puedes decir que empezó cuando yo todavía estaba en la preparatoria, yo creo que fue en 2003. Estaba trabajando en un proyecto de programación que valía setenta por ciento de la calificación final. El trabajo fue bastante malo, recuerdo que mi arrogancia me hizo culpar a las constantes interrupciones por chat que me hicieron mientras trabajaba. Comencé a crear un sistema al que nombré David Rodríguez. El nombre estaba basado en mis dos influencias más importantes, 2001: Odisea del Espacio (HAL me pareció demasiado trillado) y Futurama. La primera versión leía mensajes de chat, analizaba el texto utilizando una lista de palabras y me avisaba en caso de que fuera necesario contestar. Algunos años después, cuando estaba en la universidad, mejoré el sistema para que pudiera contestar a varias frases utilizando una red neuronal, incluso podía entablar algunas conversaciones inteligentes. El programa me valió el primer lugar en el concurso de Robótica e Inteligencia Artificial de ese año.

Conforme pasaba el tiempo iba mejorando el sistema. – continuó Alex – Cuando fundé MaguSoft necesitaba que alguien realizara varios trabajos de secretariado, así que decidí agregarle un analizador de voz que guardara llamadas en una base de datos y contestara a los clientes según fuera necesario, más tarde cree nuevos módulos para que llevara la contabilidad y para que se comunicara con proveedores. Después de unos años mi programa se convirtió en el corazón de la compañía. Dicen que cuando creas una obra de arte le pones un poco de ti; David era como una parte de mí, yo creo que eso fue lo que confundió a la muerte.

Ese día de 2067 – sus pupilas se dilataron – vi a la muerte a la cara. En el cuarto de servidores había una figura delgada y oscura que susurró junto a David: "Alex, es hora de irnos". El hombre desapareció junto con la máquina y todos los respaldos. Sentí que el estómago se me revolvía de la misma manera que cuando bajaron el daño de los guerreros en World of Warcraft. Después de ese encuentro dejé de envejecer, la muerte se había confundido y ahora ya no sabía nada de mí.

Cuando terminó su historia todos estaban escuchándolo. Los programadores, sin querer arriesgar su empleo, no sabían si debían reír. Decidimos que Alex lo decía en serio y alguien sugirió guardar unos minutos de silencio por David. Entonces rompió una tormenta que terminó con la fiesta.

Alex nunca regresó a su casa y no volvió a presentarse a trabajar. Por la falta de liderazgo y las peleas de la herencia (aparentemente Alex no tenía ningún familiar) la compañía quebró en pocos meses. Unas semanas después de la fiesta decidí consultar los registros de la empresa. Según los libros la compañía había sido fundada en 2011 por Alejandro Vega y José David Menchaca. Una fotografía mostraba al mismo hombre que había visto en la oficina hace unos años sonriendo detrás de una computadora frente a un edificio que tenía escrito MaguSoft.

Marcelo Castro, un chavo de contabilidad, dice que vio a un hombre pálido y delgado acercarse a Alejandro al salir de la fiesta – le dijo que venía a corregir sus errores – pero nadie le cree porque también dijo que vio a la virgen en la taza del baño. Yo prefiero creer que Alex se aburrió de su vida como rico y decidió iniciar otra vez. Por supuesto, tiene todo el tiempo del mundo.