Ciudad Satélite. 18 de Marzo, 2030.
Grarrb tocó el timbre. Esta era su primera misión de conquista y estaba nervioso. El manual de conquista tenía un capítulo extenso sobre la psicología de las razas inferiores. Cómo aprovechar el color verde de su piel para máximo efecto, utilizar una capa que demostrara superioridad, pero no algo ostentoso que redujera la capacidad de intimidación. Se aseguró de poner sus antenas en una posición agresiva, pero no tanto que fuera a aterrorizar a sus víctimas. Como nadie había abierto la puerta, tocó el timbre otra vez, y otra vez.
Por fin se abrió la puerta “Dejen de estar chingando ¿qué no ven que son las 8 de la mañana?”
“LLévame con tu líder”
“Güey, la convención de anime es en el centro de convenciones, son como tres calles para allá” – Pepe les señaló la dirección y cerró la puerta.
“¿Quién era?” – preguntó su esposa cuando regresó a la cama.
“No sé, unos cosplayers vestidos de Piccolo”
Órbita de la Tierra. 10 de Abril, 2030.
Desde el puente de su nave espacial, el capitán Klorg veía el planeta que pronto sería suyo. Esta sería la última vez que conquistara un solo planeta, si todo salía bien le habían prometido el puesto de almirante, y de ahora en adelante sólo conquistaría imperios.
La misión no podía ser más sencilla, y el manual de conquista cubría este tipo de operación extensivamente: Hay que aparecer con la nave espacial sobre la sede de gobierno, usar el rayo destructor que todas las naves espaciales del imperio Gliesiano tenían instalado (obviamente), y esperar la rendición inmediata de los habitantes.
Klorg sabía que este era un momento primordial para impresionar a sus tenientes y giró asegurándose que su capa flotara de manera dramática detrás de él. Se acercó, con pasos teatrales, a la mesa de estrategía, donde sus tenientes estaban analizando la inteligencia que los espías de avanzada habían logrado recolectar.
“¿Entonces no hemos descubierto dónde está su sede de gobierno?”
“Todavía no, capitán. Los habitantes del planeta no han respondido a nuestras técnicas de interrogación.”
Buenavista, Cuauhtémoc. 27 de Abril, 2030.
Después de varios intentos fallidos por comunicarse con los humanos, Grarrb había encontrado una manera de obtener la información sin necesidad de tratar con seres inferiores que obviamente no entendían la seriedad de lo que estaba pasando. Los humanos tenían un modo primitivo de almacenar su información en pedazos de pulpa de madera. Y ahora se encontraba en frente de uno de los repositorios más importantes de estos “libros”: La Biblioteca Vasconcelos. Grarrb preparó sus antenas para absorber toda la información.
Zócalo, Centro Histórico de la Ciudad de México. 4 de Mayo, 2030.
La nave espacial se materializó sobre el Palacio Nacional ennegreciendo las nubes a su lado y cubriendo en sombra gran parte del Zócalo. El rayo destructor comenzó a cargar.
“Güey ¿qué estás viendo?”
“No sé, interrumpieron el Futbol Picante y empezaron a pasar esto”
“Pues cámbiale de canal que está a punto de empezar el clásico”
El rayo destructor disparó contra el Palacio Nacional, destruyendo completamente la sede de gobierno de México, el reportero asignado a cubrir esta hecatombe miraba desconcertado sin poder formar palabras. La imagen cambió al estadio Azteca, donde el referí acababa de sonar el silbato y las Águilas comenzaban a mover el balón contra el Cruz Azúl.
“Uff, justo a tiempo, pensé que nos íbamos a perder el principio”
San Antonio, Texas. 5 de Mayo, 2030.
George Gonzalez sabía que este momento era sumamente importante. Como líder de la asociación de migrantes más grande de todo Texas tenía que hacer algo. Se encontraba parado en una cajita de madera que hace menos de 24 horas contenía los aguacates que iban a vender a HEB. Pero ahora tenía una misión más importante: servir como podio para el discurso más trascendental de la historia de México.
“En menos de una hora, los tractores de aquí van a unirse con otros de todo el mundo y estaremos lanzando la batalla más importante en la historia de la humanidad. Quizás es el destino que hoy es 5 de Mayo, y una vez más, vamos a estar luchando por nuestra libertad. Vamos a luchar por nuestro derecho a vivir, a existir. Y si ganamos hoy, el 5 de mayo no va a ser sólo un día de celebración en México, sino va a ser un día en el que el mundo declaró con una sola voz: no vamos a desaparecer sin una pelea. Vamos a seguir viviendo. Vamos a sobrevivir. Porque hoy, ¡celebramos nuestro día de independencia!”
Zócalo, Centro Histórico de la Ciudad de México. 6 de Mayo, 2030.
Los tractores de los migrantes mexicanos marchaban en el Zócalo. George Gonzalez al frente de la columna se levantó de su tractor, sacó el sable que había comprado un par de días antes y lo apuntó hacia la nave espacial.
El rayo destructor vaporizó a todos los migrantes, el sable cayó al suelo con un golpe metálico, los ojitos de la calavera de George todavía echando humito.
Órbita de la Tierra. 7 de Junio, 2030.
El almirante Klorg, sentado en el puente de su nave espacial estudiaba los mapas con predicciones del daño que el huracán Rafael iba a causar en Acapulco. “Pero esta es la segunda vez que un huracán destruye Acapulco y apenas es Junio ¿qué demonios hicieron estos humanos idiotas con su clima?”
Klorg fantaseó con tomar unas vacaciones sin tener que estar ayudando a estos seres inferiores con todos sus problemas. Durante el último huracán su gobierno brindó ayuda a los damnificados, que furiosos le gritaban de groserías mientras intentaba entender cómo reconstruir la ciudad que ahora era más lodo que edificios.
Todo lo que tomaría para irse es apretar un botón, y luego no tendría que volver a pensar en estos tarados.
…
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