El viernes en la noche decidimos irnos de fiesta durante toda la noche para llegar en vivo al aeropuerto y así dormir todo el viaje, así que cuando el fellow Enrique salió de trabajar pasó por nosotros para que fuéramos a nuestra última cena en Austin. A la media noche ya no sabíamos qué hacer así que regresamos al departamento a dormir, pero como estábamos bien nerviosos casi no dormimos nada.
Por ahí de las 4 de la mañana pasó por nosotros un shuttle que nos llevó al aeropuerto. Ahí nos dimos cuenta de que nuestro querido refrigerador se pasaba por 11 libras del peso máximo que podían subir al avión. Mi primo le preguntó a la señorita:
- "¿Y cómo cuánto es eso en kilos?"Entonces procedimos a sacar los 60 kilos que nos sobraban: unos pantalones, un par de almohadas y unos cables. Una vez que pasaron las maletas tuvimos que pasar el proceso de detección de terroristas que consiste en quitarte los zapatos. Yo creo que si tienes calcetines de calaveritas te mandan a un cuarto oscuro donde te golpean agentes de la CIA hasta que sueltes la sopa.
- "Mmm... Una libra son... Mmm... Entonces... 60 kilos"
El viaje a Houston fue tranquilo y la esperada en Houston todavía más, pero el viaje a México sí estuvo más entretenido porque al despegar se empezó a sentir mal una señora y para cuando llevábamos media hora de vuelo ya no tenía pulso y estábamos regresando a Houston. Por suerte había una convención de medicina en México y había varios doctores. Uno de ellos se levantó unos momentos después de que dijeron que no tenía pulso, le conectó algunas cosas (yo no veía bien porque estaban varios asientos adelante), le inyectó algo y la señora revivió (más tarde todos aplaudimos). Cuando llegamos a Houston ya estaba estable y la esperaba la unidad de emergencia.
Después de eso esperamos varias horas en el avión, suficiente tiempo para darme cuenta de que la gordita que se sentó junto a mi era la ejecutiva del futuro. Tenía una blackberry que revisaba cada 30 segundos, después hacía algunas anotaciones en un cuaderno y le decía a nadie en particular "cielos, ya no voy a poder llegar a mi junta" entonces sacaba la blackberry y anotaba algunas otras cosas. Creo que el punto más interesante es cuando íbamos volando hacia México con un tiempo estimado de llegada de 3:10 y le dijo a una señora que estaba junto:
- "Yo creo que ya no pude llegar al check in [de la conferencia de doctores] porque ve la hora que es"Entonces dejó de hacerle caso, sacó su blackberry (sin señal porque estábamos a la mitad del vuelo) y dijo "Juanita (nombre inventado) no voy a poder llegar al registro, pero nos vemos para cenar a las seis".
- "Pero el check in empieza a las cuatro y termina a las siete"
Al regresar a México por suerte el viaje mejoró considerablemente, pasamos la aduana sin problemas, tomamos un camión que salía tres minutos después de que nos subimos y llegando a Querétaro fuimos a comer gloriosos tacos.
2 comments:
órale, qué buen final tuvo tu cuento, comiendo tacos.. jeje, ya séee... no es cuentito, pero pareciera con todas esas experiencias
y qué agradable la gordita que se sentó a tu lado! ella es dramática y con ganas. tú también te hubieras hecho el payaso con tu super celular jeje... ya remedándola de plano a ver si notaba las indirectas
y oye, te digo... qué milagro que estaban ahí los doctores y ayudaron a la señora.
pero bueno, ya estás aquí, sano y salvo, es lo que importa. me da mucho gusto que te la hayas pasado bien padre, me imagino que has de extrañar allá. aunque luego ya ni supe qué más hicieron, con eso de que julio sólo pusiste un post! buuu
lo que pasa es que la doña no les dijo la unidad de medida que estaba usando... eran kilos, pero no kilogramos, sino kilodecigramos.
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